por Jorge Guerra.
Que buen chiste.
El pasado dos de enero la prensa Colombiana registró una nota que decía algo como “Colombia es el país más feliz del mundo”. La fuente de dicha ficción fueron los resultados de un sondeo que realizó una firma internacional en varios países. Lo más hilarante es que el día anterior los medios también registraban que los homicidios se habían reducido en el país con respecto al año 2012, solo que éstos y sin que los datos de Medicina Legal, la Fiscalía y la Policía se hayan consolidado se aproximan a los 15 mil. Por una parte uno se pregunta si habrá que esperar año tras año, quizás más de una década par que hablemos de un número que no supere los cerca de 2 mil homicidios que se presentaron para un mismo periodo por ejemplo en Argentina, que es el otro país feliz que citan en el comentario, junto a las Islas Fiji o Finlandia donde respeto a una comparación es mejor quedarse callado. Por otra parte uno puede inferir que dentro de las personas que fueron inquiridas no se encontraba ninguna de las familias o allegados a estas lamentables víctimas de la tragedia colombiana. Como tampoco a esos/as ciudadanos/as que se sienten inseguros hasta en su mismo barrio, y sin duda a las masas de campesinos/as e indignados/as que se movilizaron en el 2013, de quienes reclaman a diario dónde pueden hallar a sus seres desaparecidos, de aquellos/as compatriotas sin techo, sin trabajo y sin expectativas de una vida digna.
Ese tipo de noticias resultan tan inoperantes y tan intrascendentes como las que alaban que un importante municipio del país no se haya presentado asesinatos en las últimas 24 horas. Pues acto seguido ese digito es casi siempre triplicado pocos días después. Pareciera extraídas de la prensa “people” que a propósito desde mediados de diciembre presentan listados con las personalidades que murieron en el año sin ni siquiera atender a que el mismos se acabe. Si verdaderamente es importante celebrar un día sin homicidios entonces porqué no se decreta el siguiente como festivo; con actividades culturales y políticas que sensibilicen y enseñen a cerca del valor de la vida? Si realmente los medios tienen un interés en que las entristecedoras y preocupantes cifras disminuyan, de cara a una opinión internacional, y si es tan importante figurar en “ratings” tan vacuos como el del país más feliz del mundo pidámosles entonces que inciten a todo el país a trabajar al unísono por el proceso de paz en curso. Así, una vez firmado, ojala también con el ELN, nuestras renovadas fuerzas armadas y de policía puedan velar por la vida, la tranquilidad y el bienestar de cada uno/a de los colombianos/as. Si la prensa y los telediarios quieren ofrecernos noticias positivas invitémosles a que hagan un esfuerzo por que su función sea más educativa y no exclusivamente informativa, con análisis en profundidad, con una mejor crítica, con mayores noticias alentadoras pero no mera mente de relleno o de cosmética.
Si se consideran importantes los datos arrojados por dicho sondeo que expliquen y ayuden a comprender cómo fue llevado a cabo. Y que a la vez lo pasen por el ojo examinador. Si la reducción de las muertes es de una gran importancia que nos den cuenta de las razones y las tendencias, que nos eluciden sobre el avance de la justicia, y más aún, de si es el producto en un cambio de mentalidades en un segmento que pareciera tolerar las violencias y el dolo. Por estar fuera de Colombia mi concepción de felicidad ha tenido variaciones o se ha adaptado al contexto. Qué entienden por felicidad los responsables del mencionado sondeo? de haberme encontrado en el país y si me lo preguntasen mi respuesta a nivel individual sería subirme a un bus en pleno centro de Medellín y no bajarme hasta que llegue a su terminal en algún barrio popular, luego, devolverme a pie hasta el punto de partida, atravesando los barrios, mirando a la gente y sus casas, deteniéndome a mirar un cotejo de futbol en plena calle, saborear un helado casero, tal que pude hacerlo hasta antes de finalizar la década de los 80, sin temor a que alguien me prohibiese recorrer la que era mi ciudad, sin tener que pedir permiso para movilizarme libremente, sin hacerlo gracias a que existe un pacto tapado entre bandas. En cuanto a un tipo de felicidad colectiva, desearía ver en algún festejo o carnaval en el país a esos hombres y mujeres que se encuentra uno por estos lares porque fueron obligados/as al exilio. Y no sé, será mucho pedir, mientras que se avisan cambiamos del modelo social y económico, celebrar con los 46 millones de colombianos/as por el logro de la Paz? Llorar con todos ellos/as pero de alegría, y hasta de pronto, esta vez sí, de un verdadero buen chiste?
Paris, 7 de enero de 2014
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