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20 de Marzo del 2014
Los resultados de un país flotante en el mundo, fueron estruendosamente vergonzantes, menos del 10% del potencial electoral
En el exterior perdimos todos. Hablaban de una fuerte votación para Centro
Democrático, de Álvaro Uribe, y tampoco alcanzó su meta de caudillo sobrado.
Hace un mes era el favorito de los apostadores. Consiguió menos de once mil
tristes votos y lo superó el MIRA, quien en realidad hizo pobremente el milagro
de ganar en el exterior en votación para senado y cámara, y conservar la
personería jurídica del Movimiento en Colombia. Doble milagro en medio del
escándalo reciente con su pastora mayor.
Los resultados de un país flotante en el mundo, de cinco millones de
connacionales, fueron estruendosamente vergonzantes (menos del 10% del potencial
electoral) y además, desalentadores.
Con menos de cinco mil votos directos para Ana Paola Agudelo del MIRA
(España) y menos de cuatro mil por Jaime Buenahora de la U (Nueva York). Los
dos, representantes electos por los colombianos en el exterior y con apenas 41
mil y algo de sufragantes, de un potencial de más de medio millón. Quedamos
prácticamente sin legitimidad para cualquier reclamo, salvo que por razones
económicas (somos el segundo renglón en generar ingresos de divisas) podamos
seguir alzando la voz. O sea, la política subordinada a la economía.
Estas cifras indican que estamos acusando una enorme fatiga frente a la
visión que nos brindan la política nacional, sus voceros y los medios: Uribe
contra Santos, o viceversa. Corrupción a granel y falsedades.
La medida que concedió a los colombianos del exterior, votar esta vez durante
los siete días precedentes a las elecciones, fue irrelevante y dañina. Clásica
colombianada que hay que corregir.
Para qué burócratas viajando por el mundo y viaticando de lo lindo por ocho
días más, y de apropiaciones de recursos para la seguridad de instalaciones
consulares y otras medidas logísticas, si ni siquiera el Gobierno tuvo la más
sensata de las iniciativas, que era promover masivamente campañas de
sensibilización hacia la participación electoral y la divulgación de la medida
de expansión horaria.
En Panamá, por mencionar un país, solo fueron a las urnas 835 ciudadanos,
cifra ridícula de un potencial de más de 10.000 electores y una población
estimada en más de doscientos mil compatriotas.
Un grupo de colombianos en el exterior quiere apartarse de las manipulaciones
caudillistas y partidistas provenientes de Bogotá, y conformar un movimiento
único para gestionar auténticos liderazgos, salidos de la diáspora.
La primera convocatoria para tal fin, será después de las elecciones de mayo
y puede ser que la idea cuaje. En el 2010, tal vez desde Miami, un periodista
hablaba de esa alternativa pero no tuvo eco.
Las visiones para atraer colombianos del exterior a las urnas, no pueden
seguir siendo las mismas con las que seducen electores en Colombia. No porque
estemos hechos de otra armadura, sino que, por ser colombianos, tenemos ganado
el derecho a escoger libremente nuestra representación en la proporción que
merecemos. Claro está, mientras no seamos políticamente ilegítimos. Por lo
pronto a restañar heridas de campaña, que no son pocas.
Jorge Iván Mora
Ilegítimos en el exterior
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